Volviendo con el concepto de profanación entendido como el trato irreverente, irrespetuoso, insultante y destructivo de las cosas sagradas, el teólogo Paul Tillich englobaba todas las formas de profanación en lo que él llamó “profanización” a la que definió como las acciones por las cuales rebajamos asuntos que conciernen a la “preocupación última” del hombre, es decir a Dios, al nivel de las preocupaciones preliminares y cotidianas de la vida humana, ignorando e incluso eliminando los espacios, la atención y el reconocimiento determinante que corresponde y le debemos a Dios de manera más que legítima e imperativa en la vida humana. Profanización, entonces, que incluye profanaciones materiales violentas como ésta: “Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia; han profanado tu santo Templo, han dejado en ruinas a Jerusalén. Han entregado los cadáveres de tus siervos como alimento de las aves del cielo; han destinado los cuerpos de tus fieles para comida de los animales salvajes” (Salmo 79:1-2), pero que va más allá de ellas al identificar otras profanaciones actuales más sutiles y civilizadas, si se quiere, como el secularismo o el laicismo que se extiende y se impone en el Primer mundo, mirando de manera condescendiente a la religión ꟷcon el cristianismo a la cabezaꟷ, para terminar ignorándola con manifiesto desprecio y proceder a eliminarla de nuestro horizonte vital para todas nuestras consideraciones, como si ésta fuera un atavismo de nuestro pasado ignorante y supersticioso que deberíamos, entonces, dejar atrás
Han profanado Tu santo templo
"La sociedad actual lleva a cabo la profanación más grave cuando trata de imponer el secularismo expulsando a Dios de todas nuestras consideraciones”
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