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Hace honor a su nombre

"La necedad es una condición lamentable peor aún que la misma maldad, pues el malo sabe que es malo, mientras el necio piensa que está en lo correcto”

El necio constituye en la literatura sapiencial de la Biblia toda una categoría denunciada y censurada de muchas maneras y en la que se ubican un gran número de personas que se resisten a adquirir sabiduría, pero pretenden no obstante hacer gala de ella en medio de sus terquedades y obstinaciones patéticamente autodestructivas. El teólogo Dietrich Bonhoeffer señalaba incluso que en ocasiones era preferible un malvado a un necio, pues los malvados al menos saben y reconocen que son malvados, mientras que los necios le hacen el juego en muchos casos al mal engañados y pretendiendo que están en lo correcto y cerrándose a la posibilidad de admitir que no lo están o de ser siquiera rebatidos en sus equivocadas posturas, como sucedió con Nabal, esposo de Abigail, que por poco trae la desgracia sobre toda su casa por su trato ingrato, imprudente, irrespetuoso e insolente hacia el rey David y sus hombres que habían protegido durante un buen tiempo a sus siervos y a sus posesiones de las incursiones de los bandidos y las bandas de salteadores que acechaban en la época, y que se salvó de ser víctima del justificado enojo de David gracias a la intervención de Abigail, quien se refirió a su esposo con estas palabras que lo describían muy bien: “No haga usted caso de ese malvado de Nabal, pues le hace honor a su nombre, que significa “necio”. La necedad lo acompaña por todas partes. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que usted, mi señor, envió” (1 Samuel 25:25), haciendo de él uno de los más gráficos ejemplos de necedad que hallamos en la Biblia

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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