Mientras tengamos la vida medianamente segura es fácil llegar a quejarnos de todo lo que nos incomoda y fastidia, afectando negativamente nuestra calidad de vida, enfocándonos más en nuestras carencias que en aquellas cosas que Dios nos permite disfrutar, comenzando por la vida misma que damos por sentada como si fuera un derecho adquirido del que podemos disfrutar sin restricciones, en una actitud censurable que fomenta la ingratitud, el resentimiento y el endurecimiento contra Dios, para nuestro propio perjuicio, tal como les sucedió a los israelitas en su peregrinaje de 40 años por el desierto luego de ser liberados por Dios por medio de señales y prodigios de su cruel esclavitud en Egipto, algo que olvidaron pronto para caer en una actitud de murmuración y queja continua contra Moisés y contra Dios mismo: “y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés: ─¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!” (Números 21:5), sin tomar en cuenta que en medio de todo Dios los había sustentado milagrosamente todo el tiempo mediante el maná del cielo y el agua de la peña que les permitió sobrevivir en circunstancias en que, en términos normales, nadie podría hacerlo, hasta que estuvieran en condiciones de tomar posesión de la tierra prometida. Tenía, entonces, razón Kathleen Sutton al recomendar: “cuando no se puede tener lo que se quiere, es hora de querer lo que se tiene”, agradeciéndolo de paso en ejercicio de la virtud cristiana que la Biblia llama contentamiento.
Gratitud y contentamiento
"Si nos viéramos confrontados con la muerte cada día, aprenderíamos a agradecer aquellas cosas de las que a diario nos quejamos”
GRACIAS PASTOR ARTURO…HE HESTADO UN POCO OCUPADO PARA LEERLAS TODAS …PERO YO LAS LEERE…MUY GENTIL Y BENDICIONES EN ESTA ETAPA DE UNA VIDA CON GRAN PROPOSITO