Los recordatorios son fundamentales en la vida de fe y en el trato de Dios con Su pueblo. La exhortación a recordar es una de las más numerosas que encontramos en las Escrituras dirigida por Dios a los Suyos. Nuestra memoria frágil los requiere de manera particular. Y en este propósito se destacan los hitos que marcan acontecimientos especialmente significativos en nuestra historia en relación con Dios, como las doce piedras en el río Jordán, entre otros: “Entonces Josué reunió a los doce hombres que había escogido de las doce tribus, y les dijo: «Vayan al centro del cauce del río, hasta donde está el arca del Señor su Dios, y cada uno cargue al hombro una piedra. Serán doce piedras, una por cada tribu de Israel,y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: ‘¿Por qué están estas piedras aquí?’, ustedes les responderán: ‘El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña’»” (Josué 4:4-7). Estos recordatorios nos remiten por lo general a la fidelidad de Dios en nuestras vidas manifestada en intervenciones favorables concretas, decisivas e inobjetables en medio de nuestras circunstancias difíciles para encauzar nuestro camino en la dirección correcta y ajustar y corregir el rumbo cuando pueda estarse desviando por cuenta, justamente, de nuestros olvidos, nuestra mala memoria, o las dudas que surgen en el camino de la fe y que nos pueden llevar a descuidar nuestros compromisos al respecto
Estas piedras son un recuerdo
“Nuestra memoria es frágil y por eso debemos establecer referentes conmemorativos estratégicos que nos recuerden el trato de Dios con nosotros”
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