Hemos señalado ya la amplia gama de asociaciones inconvenientes que la noción del “yugo desigual” puede llegar, por extensión, a abarcar, más allá del matrimonio que sería el caso más puntual y literal al que el apóstol Pablo hacía referencia cuando acuñó esta expresión. Ahora bien, estas asociaciones inconvenientes censuradas por Dios pueden darse al mismo tiempo y la una puede llevar a la otra, como lo vemos en el caso del piadoso rey Josafat y su inconveniente asociación con el malvado rey Acab que parece haber girado alrededor del matrimonio de Jorán, hijo de Josafat, con Atalía, hija de Acab y la pagana y malvada rey Jezabel, la principal mala influencia sobre Acab, como se nos informa: “Jorán tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén ocho años. Pero hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como lo había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab” (2 Crónicas 21:5-6). Así, pues, todo parece indicar que la asociación política y militar llevada a cabo entre Josafat y Acab no fue propiamente una iniciativa de ninguno de estos reyes, sino una consecuencia inevitable del matrimonio entre sus hijos, un claro “yugo desigual” al que Jorán cedió fácilmente al preferir seguir el ejemplo de los malos reyes de Israel con su idolatría proverbial, que el de su ancestro David, o el de su propio padre, Josafat, o su abuelo, Asá; confirmando así el principio bíblico en el Nuevo Testamento que afirma que “un poco de levadura fermenta toda la masa” (Gálatas 5:9)
El yugo desigual y el poco de levadura
“El yugo desigual va desde las aparentemente inocuas asociaciones comprometedoras hasta el matrimonio propiamente dicho que es su caso más puntual”
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