Hay circunstancias culminantes en nuestra vida en que nos sentimos solos y nos da la impresión de que somos únicamente nosotros contra el mundo, como si fuéramos el último reducto de resistencia contra los enemigos de la causa de Dios. Ésta fue la sensación del profeta Elías al enfrentarse solitario en el Nombre de Dios a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal ꟷanticipando en el tiempo la experiencia de Lutero al comparecer ante la dieta de Worms que lo llevó a romper definitivamente con la iglesia de Romaꟷ, exhortando a toda la nación de Israel que se encontraba vacilante e inclinada a seguir este condenable culto idolátrico a estos dioses paganos promovidos por el malvado rey Acab y su esposa Jezabel, situación en la que Elías se pronunció de este modo: “Entonces Elías añadió: ꟷYo soy el único que ha quedado de los profetas del Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas” (1 Reyes 18:22). En estos casos, nuestra perspectiva inmediata, siempre necesariamente incompleta, nubla nuestra visión y comprensión de las cosas y nos impide tomar distancia de los hechos para ver el trasfondo y adoptar una perspectiva más amplia y completa de la situación. Incluso luego de su victorioso enfrentamiento con estos profetas, Eliseo, huyendo desanimado de la persecución desatada por Acab y Jezabel para matarlo, seguía creyendo que era el único, pero fue en esta particular coyuntura que Dios le mostró el trasfondo y le reveló que Él siempre cuenta con un remanente: “… que no se han arrodillado ante Baal” (1 Reyes 19:18)
El único que ha quedado
“Aunque nos dé la impresión en medio de la impiedad generalizada de que somos los únicos creyentes que quedan, Dios siempre se reserva un remanente"
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