En lo que tiene que ver con Dios y sus actuaciones a lo largo de la historia sagrada, éstas no estaban condicionadas exclusiva ni principalmente al desempeño y obediencia de Su pueblo, ni a favorecerlos irrestrictamente por encima de los demás pueblos conforme a Su elección, sino antes que nada, a honrar el bien ganado prestigio de Su Nombre, como podemos comprobarlo en el hecho de que, si bien es cierto que el arca del pacto fue capturada por los filisteos en el campo de batalla para mostrar a Israel que Dios no podía ser manipulado por Su pueblo para obtener la victoria en la guerra cuando su conducta dejaba qué desear y no gozaban, entonces, de su aprobación; también lo es que Dios no permitió que los filisteos quedaran impunes por capturar el arca, sino que desató entre ellos, en todas las ciudades a las que el arca era trasladada, una plaga para demostrar su poder y evidente superioridad sobre los ejércitos y el dios filisteo Dagón, cuya estatua había quedado tirada en el suelo, postrada en dos oportunidades diferentes ante el arca del pacto cuando había sido colocada por los filisteos en el templo dedicado a él, hasta que los filisteos reconocieron esta superioridad y su propia impotencia ante Dios: “Entonces el Señor descargó su mano sobre la población de Asdod y sus alrededores, y los azotó con tumores. La gente de Asdod reconoció lo que estaba pasando y declaró: «El arca del Dios de Israel no puede quedarse en medio nuestro, porque ese Dios ha descargado su mano sobre nosotros y contra nuestro dios Dagón»” (1 Samuel 5:6-7)
El Señor descargó Su mano
“Cuando su pueblo no es digno de hacerlo, Dios honra su Nombre y su bien ganado prestigio al margen de Su pueblo para que se vea que la gloria es Suya”
Deja tu comentario