Uno de los significados de la palabra “tacto” es la prudencia para proceder en un asunto delicado. En este orden de ideas, el tacto incluye el evitar las provocaciones innecesarias en aras de mantener las mejores relaciones posibles con todas las personas, en especial aquellas con las que las relaciones pueden tornarse tensas y con quienes es mejor y no vale, entonces, la pena caer en confrontaciones. Israel debía, ciertamente, confrontar, combatir, expulsar y exterminar a los pueblos establecidos en la tierra de Canaán para tomar así posesión de ella, como Dios lo ordenó; pero no tenía que hacer lo mismo con los demás pueblos si podía evitarlo y no era agredido por ellos. Por eso, aunque les demandara más tiempo, esfuerzo y recursos, tenían el tacto suficiente para evitar confrontaciones y provocaciones innecesarias con otros pueblos como los edomitas, con quienes estaban, además, emparentados al ser éstos descendientes de Esaú, el hermano mayor de Jacob, el patriarca de quien procedían las doce tribus de Israel, y rodearlos en vez de intentar pasar por su territorio de manera directa para cortar camino: “»Así que bordeamos el territorio de nuestros hermanos, los descendientes de Esaú, que viven en Seír. Seguimos la ruta del Arabá, que viene desde Elat y Ezión Guéber. Luego dimos vuelta y viajamos por la ruta del desierto de Moab” (Deuteronomio 2:8). Así mismo procedieron con otros pueblos a los que les pidieron antes la debida autorización, manifestando su disposición a reconocerles un pago, por permitirles transitar por sus territorios brevemente y de paso
El prudente tacto
“En aras de las buenas relaciones y el respeto a los demás, a veces un rodeo logra mejores efectos que la ruta más corta y directa a nuestro destino”
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