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Segmentos

El potencial de la iglesia

“La iglesia es un gigante que no percibe su potencial, no gracias a la superioridad numérica, sino a la presencia de Dios con ella”

Con todo y sus defectos y los señalamientos a los que todas sus salidas en falso puedan haber dado lugar desde que fue establecida por el Señor Jesucristo hace cerca de 2000 años, el potencial para el bien que reside en la iglesia y que ha permitido aliviar sustancialmente y de forma concreta un buen número de las problemáticas que han afectado a la humanidad a lo largo de su historia, a partir de la caída en pecado de nuestros primeros padres, es algo que no puede negarse. Pero al mismo tiempo, la iglesia debe ser consciente de que este potencial no depende propiamente de su tamaño en cuanto a la cantidad de miembros que la conforman −algo que deben tener presente con especialidad las llamadas “megaiglesias”, que son las iglesias que cuentan con más de 2000 miembros en sus congregaciones−; sino más bien de contar con la presencia de Dios en ella, para lo cual la humildad y la obediencia son requisitos imprescindibles para garantizar esta presencia conforme a las muchas promesas de Dios al respecto. Es por eso que, de igual modo, las congregaciones pequeñas no deben desestimar ni menospreciar su capacidad de aportar al mejoramiento de la sociedad ni dejarse intimidar ni abrumar por el tamaño de las problemáticas a afrontar, como si no pudieran ni siquiera hacerles mella, impresión siempre engañosa a la luz de la exhortación que Dios nos dirige y la promesa que le sigue: “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.»” (Deuteronomio 31:6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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