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El lago de fuego y la muerte segunda

“El nuevo nacimiento que experimentamos en Cristo nos libra de padecer la segunda muerte, que es la más temible y definitiva”

Los creyentes en Cristo obtenemos mediante la fe la promesa de la vida eterna, pero esta promesa no nos exime de experimentar la muerte física al término de nuestras vidas en este mundo, como los demás seres humanos. Sin embargo, sí nos exime de experimentar la muerte segunda, descrita como la mayor y más definitiva e irreversible tragedia que puede experimentar un ser humano, como lo leemos en el Apocalipsis: “La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda. Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14-15). El lago de fuego hace referencia al lugar de condenación eterna al que serán arrojados todos quienes rechazaron a Cristo, aludidos como aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida. Y la misma muerte y el infierno serán arrojados allí, para indicar en primer lugar que la muerte ya no tendrá parte en el reino de Dios establecido en la tierra, ni tendrá ya relación con los redimidos en Cristo que accedan a él y a la vida eterna. Y en segundo lugar, porque el infierno no es el lugar definitivo de quienes mueren habiendo rechazado a Cristo, sino un lugar temporal a la espera del juicio final que ratificará su justa condenación sin duda alguna antes del establecimiento definitivo del reino de Dios por la eternidad. Así, pues, la paradoja es que quienes experimenten únicamente el nacimiento físico, morirán dos veces, mientras que quienes experimenten también el nuevo nacimiento espiritual en Cristo, experimentarán una sola muerte, la muerte física y nada más

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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