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El general Naamán

“El respeto protocolario hacia las creencias de otros, por erradas que puedan ser, no constituyen una traición a nuestra fe en el Dios verdadero”

En nuestro desenvolvimiento en el mundo en el que aún nos encontramos, pero al que en realidad ya no pertenecemos; hay rangos estrechos y líneas delgadas que tendremos que frecuentar procurando no traspasarlas. Una de ellas es conciliar la defensa de nuestras propias creencias y convicciones con el respeto a las creencias de los demás. Naamán, general del ejército sirio enfermo de lepra, había sido milagrosamente sanado por Dios mediante la intervención del profeta Eliseo y como consecuencia de ello declaró que sus lealtades, compromiso y obediencia estarían desde entonces y durante el resto de su vida exclusivamente con el Dios de Israel a Quien reconoció como el único Dios verdadero.  Sin embargo, dado su alto cargo al servicio del rey de Siria y las responsabilidades inherentes a él, hizo la siguiente declaración a modo de disculpa delante del profeta Eliseo: “ꟷEn ese caso ꟷpersistió Naamánꟷ, permítame usted llevarme dos cargas de esta tierra, ya que de aquí en adelante su servidor no va a ofrecerle holocaustos ni sacrificios a ningún otro dios, sino solo al Señor. Y, cuando mi señor el rey vaya a adorar en el templo de Rimón y se apoye de mi brazo, y yo me vea obligado a adorar allí, desde ahora ruego al Señor que me perdone por adorar en ese templo” (2 Reyes 5:17-18), a lo que Eliseo respondió: “ꟷPuedes irte en paz…” (2 Reyes 5:19), autorizando de este modo este tipo de actos meramente protocolarios de respeto a las creencias de los demás, sin que esto implique compartirlas ni traicionar nuestras propias convicciones en el proceso

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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