Volviendo con la lepra y descontando las claridades ya hechas alrededor de ella y teniendo en cuenta que, como enfermedad del cuerpo, no involucraba ninguna responsabilidad por parte de quien la padecía, pues por lo general las enfermedades, y las de la piel en particular, no son responsabilidad de las personas que son víctimas de ellas y no propiamente culpables de ellas; en la Biblia hay casos de excepción en que la lepra es culpa de quien la padece y, como tal, un castigo de Dios sobre el enfermo. Entre los personajes que la padecieron cuyas actitudes fueron la causa de esto, se encuentra Miriam, la hermana mayor de Moisés, revelándonos de paso, si nos atenemos a estos episodios, que la lepra es un estigma que no está muy lejos de todos y cada uno de nosotros, en la medida en que asumamos estas mismas actitudes censurables en nuestras vidas. En efecto, Miriam, por su actitud murmuradora y rebelde hacia la autoridad legítima de Moisés, delegada en él por Dios, fue castigada con lepra: “Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos y el Señor se marchó. Tan pronto como la nube se apartó de la Tienda, a Miriam se le puso la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia ella, vio que tenía una enfermedad infecciosa” (Números 12:9-10). Lección que Miriam aprendió finalmente luego de que su hermano Aarón intercedió ante Moisés por ella, quien a su vez rogó a Dios que la sanara, recibiendo una respuesta favorable de Su parte, con la única salvedad de permanecer siete días en aislamiento fuera del campamento antes de poder ser readmitida nuevamente
El estigma de la lepra
“La lepra era un estigma deshonroso en Israel que causaba el aislamiento social del afectado, y era en ocasiones un castigo de Dios sobre el enfermo”
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