La Trinidad divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo estaba actuando en pleno en la creación del Universo, en la medida en que: “Dios [Padre] en el principio, creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1) y lo hizo mediante Su Palabra, El Verbo o Hijo de Dios, representado en la repetida expresión “Y dijo Dios:” a lo largo del capítulo 1 del Génesis. Y en cuanto al Espíritu Santo:“La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:2). Ahora bien, aunque no es clara la razón de la condición caótica que el versículo 2 describe de la tierra, ni tampoco en qué consistiría exactamente ese caos, por lo que todo lo dicho al respecto no deja de ser especulativo ꟷdestacándose la llamada “teoría de la brecha” que, sin entrar en detalles, afirma que entre el primer acto creador de Dios en el versículo 1 y el versículo 2 del primer capítulo del Génesis hay una amplia “brecha” o periodo de tiempo en el que habría sucedido la rebelión de Satanás y los ángeles que los siguieron que explicaría, pues, este caos asimilado a una zona de guerraꟷ; sí salta a la vista en el relato que Dios procede a poner orden a este caos mediante sus actuaciones en cada uno de los seis días de la creación hasta llevarla a su realización final con la creación de la especie humana. De manera análoga podría decirse que el Espíritu de Dios va y viene sobre la humanidad a lo largo de la historia, esperando a que aceptemos la redención de Cristo y le formulemos la invitación y le permitamos hacer presencia activa en nuestras vidas para poner en orden el caos de ellas
El Espíritu iba y venía sobre las aguas
“El Espíritu de Dios se mueve por encima de las caóticas vidas de los hombres, esperando que lo invitemos humildemente a ponerlas en el orden debido”
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