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El derecho al debido proceso

“Las ciudades de refugio establecen el hecho cierto de que todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario en un debido proceso”

Nociones tales como la presunción de inocencia y el beneficio de la duda son resultados directos de la influencia de la Biblia en las sociedades occidentales de derecho dentro del marco del llamado “estado de bienestar”. En relación con ellas encontramos también el derecho al debido proceso, ilustrado igualmente por el establecimiento de las ciudades de refugio reiterado en Deuteronomio: “apartarás tres ciudades centrales en la tierra que el Señor tu Dios te da en posesión. Dividirás en tres partes la tierra que el Señor tu Dios te da por herencia, y construirás caminos para que cualquiera que haya cometido un homicidio pueda ir a refugiarse en ellas” (Deuteronomio 19:2-3). Porque en el antiguo Israel Dios estableció las ciudades de refugio no sólo como santuarios para la protección de la vida de los homicidas no intencionales, sino para garantizar del mismo modo que tuvieran derecho al debido proceso y no fueran ejecutados de manera sumaria por el “vengador del delito de sangre” en cumplimiento de la ley del talión. De manera similar, quienes, caídos en desgracia, acudían a aferrarse a los cuernos del altar del santuario temiendo por su vida, estaban invocando la protección divina y el derecho al debido proceso, en línea con la convicción de que: “absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece” (Proverbios 17:15). Dios garantiza así que, aun quienes no se acojan a Él y a su gracia mediante la fe y la salvación ofrecida en Cristo, tendrán derecho al final al debido proceso y no serán condenados sin que quede claro que era lo que merecían en justicia

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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