Los científicos y la ciencia en general han tenido tanto éxito para facilitar nuestras vidas con todos los avances tecnológicos que ya forman parte de nuestra vida cotidiana, que han terminado adquiriendo un aura de respetabilidad tal que sus pronunciamientos se terminan convirtiendo para muchos en nuevos oráculos, cual profetas o sacerdotes hablando con autoridad final e incuestionable, en lo que se designa como “cientifismo” o “cientificismo” que no es otra cosa que la ciencia como religión, haciéndonos olvidar, por una parte, el lado oscuro que la ciencia también ha mostrado a lo largo del siglo XX y el XXI con sus aplicaciones destructivas en el campo de la industria militar y los dañinos efectos colaterales que traen adosados muchos de sus presuntos avances, sin mencionar temas controvertidos y cuestionables como el de la manipulación genética que ha dado lugar a una disciplina como la bioética o la ética de la vida para regular sus aplicaciones en este campo, de manera que no lesionen ni terminen reduciendo a la postre la calidad de vida del ser humano invadiendo sin restricciones áreas sensibles de la condición humana que deberían ser vedadas y permanecer bajo el dominio exclusivo de Dios. Con mayor razón por cuanto los científicos, al igual que los profetas y sacerdotes, son hombres que no escapan a las debilidades y conflictos humanos, como se nos recuerda una vez más en relación con el profeta, quien con todo y sus innegables logros y sus asombrosos milagros, sin embargo y sin perjuicio de ellos: “Elías era un hombre con debilidades como las nuestras…” (Santiago 5:17)
El cientifismo
“Los científicos suelen hablar como si estuvieran en un pedestal y no fueran gente con pasiones y debilidades como todos nosotros”
Deja tu comentario