Para los creyentes anónimos de hoy, es muy fácil llegar a idealizar a los grandes héroes de la fe del Antiguo Testamento, del Nuevo e incluso de la historia de la iglesia. Pero sin perjuicio de la admiración y el reconocimiento que todos ellos se han ganado por su fe ejemplar y sus consecuentes ejecutorias a favor de la causa de Dios, no podemos olvidar que, como bien nos lo informa Santiago ꟷjustamente uno de ellosꟷ, refiriéndose a su vez al gran profeta Elías: “Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio” (Santiago 5:17). Así, pues, sus grandes logros, hazañas y milagros en el marco de la fe, no deben hacernos olvidar nunca la condición humana de cualquier modo imperfecta y falible de todos ellos que nos permite identificarnos con ellos para mantener la perspectiva y no llegar a colocarlos en un pedestal, por encima y ajenos a nuestras propias luchas ꟷcomo lo hace, de hecho, el catolicismo romano en la llamada “santoral” y la veneración que promueve hacia quienes forman parte de ella que raya, en la práctica, en una adoración idolátricaꟷ como si ellos no hubieran experimentado luchas similares e incluso cometido faltas como nosotros. Sin embargo, Santiago no menciona lo anterior para que nos conformemos y resignemos a esto, nivelándonos por lo bajo, sino todo lo contrario, para ilustrar la eficacia y el poder que pueden tener las oraciones de los creyentes para sobreponernos, precisamente, a nuestras debilidades con una más que satisfactoria solvencia y nos sintamos así motivados para mejorar cada día
Con debilidades como las nuestras
“Es inspirador saber que los grandes personajes de la Biblia son elogiados por su fe a pesar de tener nuestras mismas debilidades”
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