El balance de la monarquía en Israel no fue el mejor, confirmando las advertencias divinas contra ella, registradas tanto en la Ley, como en 1 de Samuel. Descontando los excepcionales y honrosos periodos de esplendor del reinado de David y el de su hijo Salomón, punto culminante de la monarquía del Reino Unido y sin pasar por alto el abandono de Dios por parte de Salomón hacia el final de su vida, a partir del momento en que el reino se divide como juicio de Dios contra Salomón, la decadencia es evidente. Esta decadencia es especialmente notoria en el Reino del Norte o Israel, en donde a causa de la idolatría propiciada por Jeroboán en Betel y Dan, que no fue desmantelada por ninguno de sus sucesores, los golpes de estado para deponer sangrientamente a la familia de turno en el poder y las purgas correspondientes se suceden una tras otra, haciendo de esta escena algo común: “Tan pronto como Zimri usurpó el trono, eliminó a toda la familia de Basá. Exterminó hasta el último varón, fuera pariente o amigo. Así aniquiló a toda la familia de Basá, conforme a la palabra que el Señor había anunciado contra Basá por medio del profeta Jehú. Esto sucedió a raíz de todos los pecados que Basá y su hijo Elá cometieron e hicieron cometer a los israelitas, provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel” (1 Reyes 16:11-13), al punto que en un lapso poco menor a 200 años en el Reino del Norte o Israel hubo 9 familias o dinastías diferentes en el poder, a diferencia de Judá en el sur que siempre contó con un rey de la dinastía de David
El balance de la monarquía
“La monarquía en Israel fue muy convulsionada y salpicada por frecuentes y sangrientos golpes de estado como consecuencia de la idolatría de Jeroboán”
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