El viejo dilema expresado con la coloquial frase que se pregunta: “¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?”, utilizado para señalar relaciones de causa y efecto confusas o indeterminadas, tiene aplicación a aquellas situaciones en las que los creyentes se sienten abandonados por Dios debido a que las dificultades y adversidades los golpean de una manera en que pareciera que Dios ya no escuchara sus clamores ni tuviera cuidado de ellos, dejándolos a su suerte a merced de las circunstancias amenazantes, llevándolos así en consecuencia a renegar de Dios culpándolo de sus problemas, o por lo menos de la gravedad que estos han alcanzado debido presuntamente a que Dios se ha desentendido de ellos de manera inexplicable. Porque en estos casos cabe siempre preguntarse si la situación aflictiva es consecuencia del abandono padecido por el afligido de parte de Dios, o más bien es consecuencia del abandono y alejamiento previo que el creyente hizo de Dios en su momento, como resultado del cual se puso voluntariamente por fuera de la voluntad y de la sombra protectora de Dios con todas las nefastas consecuencias que esto tiene para su vida al dejarlo desprotegido y sometido incluso a la disciplina que Dios ejerce sobre los suyos para hacerlos entrar en razón y retornar a Él y a la obediencia a sus preceptos, puesto que: “»El Señor enviará contra ti maldición, confusión y fracaso en toda la obra de tus manos, hasta que en un abrir y cerrar de ojos quedes arruinado y exterminado por tu mala conducta y por haberme abandonado” (Deuteronomio 28:20)
El abandono de Dios
“Dios nunca abandonó a su pueblo. Fue su pueblo el que lo abandonó a Él, sólo para caer bajo el yugo destructor de sus enemigos”
Pastor, queremos subir al monte Gerizim, de las bendiciones, cuando es menester subir al de Ebal, para conocer las consecuencias de la desobediencia
Gracias y Dios lo bendiga por tenernos siempre pendientes de estas verdades