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Durmiendo confiados

“Únicamente el temor de Dios nos libra de los demás temores serviles y compulsivos del mundo que nos pueden hacer perder el sueño”

El temor puede ser bueno o malo, dependiendo de qué clase sea. Y lo que determina esto último es la causa de la cual surge y le da lugar. Cuando la causa son las circunstancias inciertas o las posibles contingencias que no podemos anticipar ni controlar con nuestros medios o, peor aún, amenazas más imaginarias que reales  que concebimos en nuestras mentes como resultado de actitudes paranoicas sin fundamento real en los hechos −como por ejemplo las llamadas “fobias” por las cuales tememos situaciones que no son en verdad amenazantes para nosotros cuando las consideramos de manera racional y con cabeza fría−; entonces el temor es algo malo que puede inhibir nuestro accionar o paralizarnos del todo y que opera en contravía con las posibilidades que la fe y la confianza en Dios ponen delante de nosotros. Pero cuando es producto de nuestro natural instinto de conservación y supervivencia, otorgado providencialmente por Dios a cada uno de nosotros para la protección de la vida y para huir de auténticas circunstancias hostiles que amenazan nuestra existencia o, mejor aún; cuando es un sano temor de Dios producto de la saludable reverencia y consecuente consideración humilde y temblorosa que Él merece de nuestra parte, entonces es bueno, pues está bien fundamentado y si estamos reconciliados con Dios en Cristo, nos permite ejercer control sobre todos los demás temores sin que nos quiten el sueño, para poder decir: “Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene” (Salmo 3:5)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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