En el marco de la presencia del trigo y de la mala hierba en la iglesia que Jesucristo nos reveló y como consecuencia de esto, siempre encontraremos en ella dirigentes lamentablemente egocéntricos y condenables como Diótrefes, pero también dirigentes ejemplares como Demetrio, como deja constancia el apóstol Juan con base en su propia experiencia en épocas tan tempranas que, sin embargo, marcan ya la pauta al respecto: “Le escribí algunas líneas a la iglesia, pero Diótrefes, a quien le encanta ser el primero entre ellos, no nos recibe. Por eso, si voy no dejaré de reprocharle su comportamiento, ya que, con palabras malintencionadas, habla contra nosotros sólo por hablar. Como si fuera poco, ni siquiera recibe a los hermanos, y a quienes quieren hacerlo, no los deja y los expulsa de la iglesia. Querido hermano, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios. En cuanto a Demetrio, todos dan buen testimonio de él, incluso la verdad misma. También nosotros lo recomendamos, y bien sabes que nuestro testimonio es verdadero” (3 Juan 1:9-12). No debemos, pues, sorprendernos de que en todas las épocas de la historia de la iglesia podamos identificar en ella a nuevos “Diótrefes” que le dan mala prensa ante el mundo. Pero esto no debe impedirnos ver el significativamente mayor número de “Demetrios” que contrarrestan esta mala imagen y brindan un estímulo y una inspiración a quienes buscan buenos ejemplos que seguir en la iglesia y confirman de paso las bondades del evangelio de Cristo para transformar favorablemente la vida de los creyentes
Diótrefes y Demetrio
“En la iglesia hay Demetrios de quienes la misma verdad da buen testimonio, pero también lamentables y censurables Diótrefes”
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