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Segmentos

Dios fertiliza lo estéril

“La esterilidad era en el pasado una afrenta para la dignidad de la mujer que daba a Dios ocasión para manifestar su poder y su gracia inmerecida”

Es significativo comprobar la repetida esterilidad de las esposas de los patriarcas y algunas otras grandes mujeres de fe del Antiguo Testamento, como evidencia tal vez de que Satanás podría estar detrás de ella para cortar la línea mesiánica que venía a través de ellas y evitar el advenimiento del mesías que le aplastaría la cabeza procedente de la descendencia de Eva, tal como se anunció en Génesis 3:15. Pero Dios, para quien no hay nada imposible, utilizó esta circunstancia en varias oportunidades, con Sara y con Raquel, sin mencionar a Ana, la madre del profeta Samuel, para manifestar su poder, bondad, favor, gracia y bendición sobre los suyos, fertilizando los vientres estériles de estas mujeres de fe y quitando de paso de sus hombros el oprobio que era para una mujer no poder tener hijos, dado que las funciones maternales son cruciales para que la sociedad perdure y únicamente las mujeres están naturalmente dotadas para cumplir esta responsabilidad. Si bien existían otras opciones paliativas culturalmente aceptadas para esta condición, de una de las cuales Sara quiso echar mano: “Saray, la esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero, como tenía una esclava egipcia llamada Agar, Saray le dijo a Abram: ꟷEl Señor me ha hecho estéril. Por lo tanto, ve y acuéstate con mi esclava Agar. Tal vez por medio de ella podré tener hijos. Abram aceptó la propuesta que le hizo Saray” (Génesis 16:1-2), al final tuvo que reconocer el poder de Dios al fertilizarla contra todo pronóstico natural y concederle a su hijo Isaac, el segundo de los tres grandes patriarcas de los que procede Israel

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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