A raíz del hecho demostrado por Nicolás Copérnico en el sentido de que no es el Sol el que gira alrededor de la Tierra, sino la Tierra la que gira alrededor del Sol, la humanidad en general comenzó a menospreciar la dignidad e importancia que, tanto la Tierra como la especie humana que la habita, tienen en este enorme universo de dimensiones de vértigo en el que nos encontramos, en lo que se ha dado en llamar “principio de mediocridad” en razón de su tácita afirmación de que somos una especie mediocre en un planeta mediocre ubicado en un sistema solar mediocre de un lugar mediocre de una galaxia mediocre. Pero los nuevos descubrimientos de la ciencia han dado lugar al llamado “principio antrópico” que sostiene que todo el universo debe ser como es para hacer posible la vida en general y la vida humana en particular en este pequeño pero muy privilegiado planeta azul, al punto que todas las condiciones físicas y químicas del cosmos parecen haber sido diseñadas por Alguien para sostener y hacer posible la vida humana en la Tierra, haciendo que el salmo 8 adquiera renovada vigencia: “Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra: lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio… Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8:3-9)
Dios, el cosmos y el hombre
24 marzo, 2021
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“La ciencia demostró que no estamos en el centro físico del cosmos, pero parece que si lo estamos en el centro de su significado”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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