Si Dios es soberano, como lo afirma la Biblia y lo creemos y sostenemos los cristianos, Él debe ser la Causa Primera de todo lo que sucede en el universo, sea bueno o malo, pues a Él nada lo toma por sorpresa como si no hubiera podido preverlo y evitarlo si así lo hubiera deseado y considerado conveniente. Pero esto no significa que Dios sea la causa directa de todo lo que ocurre ni que todo ocurra con su plena complacencia y como a Él le gustaría. Él nos ha dado un margen de maniobra para que las causas segundas: la naturaleza, los ángeles y los seres humanos; podamos afectar los acontecimientos de maneras que Él no aprueba, pero que en su sabiduría decide permitir con fines superiores, pues Él es experto en sacar bienes aun de los males no deseados ni aprobados por Él. Justamente, el libro de Job nos revela que Dios no es el autor de la severa prueba vivida por el patriarca, sino tan sólo el que la permitió con fines superiores y excelsos muy diferentes y opuestos a los propuestos por Satanás al infligirle esta prueba, siempre con el permiso divino y sin poder traspasar las restricciones que Dios le impuso al respecto, justificando la confianza del patriarca que impidió que renegara de Dios, a pesar de no entender las razones que se hallaban detrás de sus padecimientos:“… Su esposa le reprochó: ─¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! Job le respondió: ─Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo? A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra” (Job 2:7-10)
Dificultades humanas y soberanía divina
24 febrero, 2021
2 Lectura mínima
“No siempre nuestras dificultades son el resultado directo de la acción de Dios ni tampoco una expresión de su buena voluntad”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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