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Calidad o cantidad de vida

“En vista de nuestra actual calidad de vida, impedir su prolongación en el tiempo fue un acto de misericordia y no de juicio”

La búsqueda del elixir de la vida y la fuente de la eterna juventud son aspiraciones de la tecnificada sociedad moderna que ya no se ven como mitos inalcanzables a la luz del frenético e incesante desarrollo tecnológico actual. Pero cabe preguntarse si prolongar indefinidamente la vida bajo las actuales condiciones de la existencia es una bendición o una maldición. Porque si lo pensamos bien, lo que en realidad necesitamos es un continuo mejoramiento en nuestra calidad de vida en lo que tiene que ver con nuestro carácter personal y la mayor madurez alcanzada y no tan sólo un incremento indefinido en la cantidad de años vividos que detenga nuestro deterioro físico junto con una acumulación externa de bienes confortables que nos brinden comodidad. Por eso la restricción en el acceso al árbol de la vida se debe ver tal vez como un acto más de misericordia que de juicio, al impedirnos prolongar indefinidamente una vida que, a la luz de la caída, no vale en realidad la pena extender en el tiempo por toda la eternidad. “Y dijo: «El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.» Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida” (Génesis 3:22-24)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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