Acudir a Dios arrepentidos y confesando nuestras faltas y pecados ha sido siempre una de las mejores, más sensatas y realistas recomendaciones que nuestra conciencia nos indica. Pero la confesión y el arrepentimiento son tan sólo una cara de la moneda que no garantizan por sí solas el anhelado perdón e indulto divino al que aspiramos con este ejercicio. Porque si bien es cierto que, como ya lo hemos indicado varias veces: “nadie es perfecto” y “errar es humano”, eso no significa, como muchos proceden a complementarlo de forma presuntuosa que: “perdonar es divino”, como si el perdón fuera una obligación que Dios tiene para con los hombres arrepentidos y penitentes. Más bien, lo que en su carácter justo Dios estaría de algún modo obligado a hacer con todos nosotros sin excepción es condenarnos sin atenuantes por nuestras muchas faltas y pecados, sin importar que tan arrepentidos o no nos encontremos al respecto. Sin embargo, aun sin estar de ningún modo obligado a ello y por pura gracia, Dios hizo todos los arreglos del caso al elevado precio de la propia vida de su Hijo Unigénito, Jesucristo, para proveer para nosotros el perdón que, sin vulnerar las demandas de su justicia, evite que el arrepentimiento y la confesión honestos y sinceros sean, no obstante, un ejercicio estéril e inútil, al asumir en la cruz el castigo que nosotros merecíamos. Feliz circunstancia que llevó al salmista a declarar “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones alSeñor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado” (Salmo 32:5)
Arrepentimiento, confesión y perdón
10 abril, 2021
2 Lectura mínima
“La confesión y arrepentimiento sinceros nunca se presentan solos, sino que vienen acompañados por el anhelado perdón divino”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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