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Al amigo que sufre

“Los amigos son valiosos cuando, a pesar de todo, no vacilan en seguir brindando su apoyo, amistad, compasión y empatía al que ha caído en desgracia”

La amistad es una forma de amor muy particular. En el griego del Nuevo Testamento era designado con la palabra phileo que no debe confundirse con el amor filial entre padres e hijos, pues la raíz de filial en español es el latín y no el griego y su significación es, por lo tanto, diferente. C. S. Lewis afirmaba, por una parte, que la amistad es: “el menos «natural» de los amores”, añadiendo, sin embargo, enseguida que, a pesar de esto: “De entre todos los amores, este es el único que parece elevarnos al nivel de los dioses y de los ángeles”. La amistad es, en efecto, el menos natural de todos los amores, pues el amor romántico obedece a la atracción natural entre los sexos y el afecto, al amor natural que todos los miembros de la familia se profesan entre sí. Y es por eso que, al ser el amor menos natural, es el más libre de todos, es decir el que ofrecemos más conscientemente porque queremos hacerlo, ya sea por afinidad, por empatía, por simpatía, por camaradería y, hasta cierto punto, por complicidad si se quiere. La amistad está llamada a levantarse por encima del nivel de la fraternidad que nos une y nos vincula de un modo u otro a todos los seres humanos y a elegir entre todos ellos unos pocos a los que consideramos especiales, de cuya compañía y conversación disfrutamos y con quienes nos sentimos a gusto y en total confianza y a quienes estamos dispuestos a brindar y a esperar de ellos un apoyo y solidaridad tal que nos lleve a suscribir con Job la siguiente convicción: “»Al amigo que sufre no se le niega la lealtad, aunque se haya apartado del temor al Todopoderoso” (Job 6:14)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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