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Adiestrándonos en batalla

“Cristo ya venció pero nosotros debemos pelear la batalla de la fe, no para ganar, sino para adiestrarnos y valorar más su victoria”

Cristo llevó a cabo con su vida, muerte y resurrección todo lo necesario para vencer de manera irrevocable a las fuerzas del mal lideradas por Satanás sin que nosotros podamos ni debamos añadir ni quitar nada a lo logrado. La victoria de Cristo sobre Satanás y los demonios junto con los poderes del mal que operan por medio de ellos es, pues, completa; en virtud de lo cual todos los que nos allegamos a Él por la fe participamos de ella de manera plena y segura. Sin embargo, aunque la victoria final no esté ya en juego ni dependa propiamente de nuestro desempeño, por lo pronto los cristianos estamos llamados a “pelear la batalla de la fe” en contra de unos enemigos ya derrotados, pero de ningún modo inactivos, con el propósito no ya de ganar, pues eso ya se decidió en la cruz, sino de adiestrarnos en combate para que maduremos en la fe, valoremos y comprendamos mejor lo alcanzado por Cristo para nosotros y nos preparemos para disfrutarlo en toda su plenitud en su segunda venida. Pero mientras tanto, hay que combatir y cosechar nuestra dosis de cicatrices en batalla para alcanzar la condición de veteranos de guerra, con el riesgo de tener que sufrir algunas eventuales derrotas temporales que de ningún modo opacarán la victoria final: “Las siguientes naciones son las que el Señor dejó a salvo para poner a prueba a todos los israelitas que no habían participado en ninguna de las guerras de Canaán. Lo hizo solamente para que los descendientes de los israelitas, que no habían tenido experiencia en el campo de batalla, aprendieran a combatir” (Jueces 3:1-2)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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