De manera inquietante y significativa, en el capítulo 5 de Génesis, a la par que se reitera la imagen y semejanza de Dios plasmada en la humanidad en cabeza de nuestros primeros padres, Adán y Eva, también se dice que la imagen y semejanza que sus hijos reflejan ya no es propiamente la de Él ꟷo por lo menos, no la de Él con exclusividadꟷ, sino más directa y exactamente, la de sus padres humanos: “Esta es la lista de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo a semejanza de Dios mismo. Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó «seres humanos». Cuando Adán llegó a la edad de ciento treinta años, tuvo un hijo a su imagen y semejanza, y lo llamó Set” (Génesis 5:1-3). Set, en efecto, el tercer hijo de Adán y Eva mencionado por nombre en la Biblia, llevaba la imagen y semejanza de sus padres caídos. De ahí que la teología fluctúe entre el llamado “traducianismo” que afirma que el alma de cada ser humano le es trasmitida por sus propios padres en la concepción, explicando así la condición caída y los temperamentos que serían “heredados”, entonces, de este modo; y el creacionismo que afirma que el alma de cada individuo humano es creada directamente por Dios en el momento de la concepción ꟷlo cual haría de la realidad de la condición caída de toda la humanidad algo más difícil de entender y explicarꟷ sin que se pueda escoger y afirmar definitivamente una de estas dos formulaciones de modo dogmático a la luz de la realidad incuestionable de la condición caída de toda la especie humana a partir de Adán
A su imagen y semejanza
“Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios, pero sus descendientes ya no ostentamos esta imagen perfecta sino la de Adán echada a perder”
Deja tu comentario