La presencia y el favor de Dios en la vida de los creyentes no siempre es tan evidente y manifiesto como lo desearíamos y con cierta regularidad tendremos que pasar por periodos más o menos prolongados de nuestra vida en que sus actuaciones son tan sutiles e imperceptibles que por momentos nos parecerán por completo ausentes de nuestro panorama y requerirán de nosotros perseverar a pesar de ello, pues como lo expresó C. S. Lewis en ese diálogo imaginario, en su libro Cartas del diablo a su sobrino, entre un demonio veterano instruyendo a un demonio novato: “No te engañes… Nuestra causa nunca está tan en peligro como cuando un humano, que ya no desea pero todavía se propone hacer la voluntad de nuestro Enemigo [es decir, Dios], contempla un universo del que toda traza de Él parece haber desaparecido, y se pregunta por qué ha sido abandonado, y todavía obedece”. Sin embargo, en el propósito de perseverar en la obediencia a pesar de todo, siempre ayuda llevar a cabo el siguiente honesto ejercicio hecho por Asaf en momentos en que sentía a Dios ausente y poco dispuesto a responder a sus clamores y ruegos para que interviniera nuevamente en su vida como lo hacía antes, de maneras evidentes, a favor de Su pueblo: “Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos me acuerdo… Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo». Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas” (Salmo 77:5, 10-12)
Sus milagros de antaño
"Recordar los tratos favorables y misericordiosos de Dios para con nosotros en el pasado puede ayudarnos cuando estos tratos parecen ya ausentes”
Deja tu comentario