Kháos y Kosmos son palabras griegas contrarias, que significan respectivamente, desorden y confusión, por una parte, y orden y armonía, por la otra. Como tales han pasado al español casi sin modificación como “caos” y “cosmos”, utilizada esta última como sinónimo de “universo”, en virtud del indiscutible orden que el universo refleja y que cualquier persona puede observar y atribuir a Dios, como bien deja constancia Job: “«Dios es poderoso e infunde temor; él pone orden en las alturas de los cielos” (Job 25:2). Este es el origen de uno de los cuatro argumentos naturales, racional y completamente razonable, a favor de la existencia de Dios: el justamente llamado “argumento cosmológico”. El universo, ciertamente, refleja un orden tal, tan minucioso e indescriptible, que no puede ser atribuido al azar, sino que apunta a una inteligencia superior que la religión en general y el cristianismo en particular identifica como Dios. No en vano los relatos de los orígenes propios de las religiones mitológicas de la antigüedad ꟷa diferencia de la Biblia que habla de Dios como el Creador de todo lo que existeꟷ, involucran coloridas luchas entre los dioses y los poderes del caos y del orden, con el triunfo final de estos últimos. De hecho, el apóstol Pablo sostiene que: “… Dios no es un Dios de desorden…” (1 Corintios 14:33) y que es debido a ello que: “… todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden” (1 Corintios 14:40), pues finalmente: “Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino” (Salmo 37:23 LBLA)
No es un Dios de desorden
"A pesar de cualquier apariencia en contra desde nuestra óptica terrenal, en el universo el orden prevalece esperanzadoramente sobre el desorden”
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