A pesar de que, por momentos o periodos de tiempo más o menos prolongados de la vida de los creyentes ꟷen especial los periodos de prueba o de aflicción por cualquier causa, y ya sea que éstas caigan o no bajo nuestra responsabilidadꟷ, la vida del cristiano parezca ir a la deriva y dé la impresión de no tener un propósito claro ni evidente; lo cierto es que a la luz de la soberanía de Dios por la cual Él “… hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos” (Salmo 135:6), la vida de los Suyos nunca está realmente a la deriva, más allá de las engañosas apariencias en este sentido. Porque como lo afirma de forma inspirada Job: “»Pero él es soberano; ¿quién puede hacerlo desistir? Lo que él quiere hacer, lo hace. Hará conmigo lo que ha determinado; todo lo que tiene pensado lo realizará” (Job 23:13-14), que en su caso concreto no era abandonarlo ni dejarlo en su lastimosa condición presente, ni tampoco castigarlo como lo afirmaban de un modo u otro sus equivocados amigos, sino más bien, como lo confirma el epílogo de su libro y lo declaró el salmista de manera concluyente: “hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has llevado a un lugar de abundancia” (Salmo 66:12). En efecto, es también el salmista quien declara con convicción: “El Señor cumplirá en mí su propósito. [pues] Tu gran amor, Señor, perdura para siempre…”, convicciones ambas que lo llevaron a acudir a Él y a clamarle con toda la confianza del caso: “… ¡no abandones la obra de tus manos!” (Salmo 138:8), en la seguridad de que Dios nunca lo haría de este modo
Hará conmigo lo que ha determinado
"La soberanía de Dios con sus escogidos garantiza que nos lleve al final a puerto seguro a pesar de todas las vicisitudes que la vida nos depare”
Deja tu comentario