Propiciación es uno de los aspectos de la salvación llevada a cabo por Cristo que más se ignora y menos se entiende, al punto que algunos afirman que no es más que otro nombre para la expiación de nuestros pecados en la cruz. Pero la propiciación merece tratamiento aparte, no solo porque la Biblia se refiere explícitamente a ella desde el mismo ritual sacrificial: “Pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, la cual le será aceptada en su lugar y le servirá de propiciación” (Levítico 1:4); sino porque involucra beneficios para el creyente que no se pueden pasar por alto. Se puede definir la propiciación como la acción y el efecto de aplacar la ira de Dios por medio del sacrificio expiatorio de Cristo cambiando la actitud de Dios hacia nosotros. Es que Dios no es sólo el Ser Justo y Santo a quien hemos ofendido con nuestro pecado, sino que nuestra ofensa es de orden personal, por lo que no se trata sólo de satisfacer los requerimientos de su perfecta justicia mediante la expiación de Cristo, como si se tratara de una transacción, sino también reconocer que lo hemos ofendido de manera personal al no obedecerlo y tratarlo con la dignidad, respeto y reverencia que merece por ser Quien es, de manera que su enojo hacia nosotros está plenamente justificado y debe ser aplacado mediante la propiciación llevada a cabo también por Cristo a nuestro favor, de modo que Dios no solamente nos perdone, sino que más allá de ello, sea también propicio o favorable a nosotros de manera personal, transformando su enojo en una continua actitud de buena voluntad para con los redimidos
Sé propicio a nosotros
"La propiciación es un aspecto central de la salvación llevada a cabo por Cristo en la cruz, anunciada ya en los sacrificios del Antiguo Testamento”
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