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Segmentos

Ratificados contra viento y marea

“Los decretos y propósitos de Dios no pueden ser frustrados, sino que a su tiempo se ven ratificados y llevados a feliz término contra viento y marea”

En el marco de las maneras misteriosas en que se entrelazan la soberanía divina y el albedrío humano, de tal modo que la voluntad de Dios se cumpla sin violentar ni imponerse sobre la capacidad de decisión concedida por Dios a los hombres, debemos distinguir lo que Dios desea, de lo que Dios ordena y de lo que, finalmente, determina. Lo que Dios desea es, por ejemplo, que: “… todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:4), o lo que es lo mismo: “… no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9), pero que, sin embargo, no sucede así debido al respeto de Dios al albedrio o capacidad de decisión de cada persona a favor de Él o en contra de Él. Lo que Dios ordena son sus mandamientos y preceptos expresos y revelados en la Biblia que deben ser obedecidos por los hombres para su propio bien, pero que pueden, con todo, ser desobedecidos para nuestro perjuicio en ejercicio de nuestro albedrío. Y por último encontramos lo que Dios determina, que no son más que sus decretos inmutables en la historia que se cumplen contra viento y marea, ya sea gracias a nosotros o a pesar y en contra de nosotros, como lo fue, por ejemplo, el retorno de Su pueblo a su territorio para reconstruir Jerusalén, tal como lo leemos en el libro de Esdras a través del rey pagano Darío de Persia: “¡Que el Dios que decidió poner su Nombre allí derribe a cualquier rey o nación que intente modificar este decreto o destruir ese templo de Dios en Jerusalén! Yo, Darío, promulgo este decreto. Publíquese y cúmplase al pie de la letra” (Esdras 6:12)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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