Para la época de Esdras la Ley, es decir los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, conocida entre los judíos de hoy como la Torá, era ya un cuerpo de escritos autoritativo y divinamente inspirado bien establecido entre los judíos. Por eso, a la par con sacerdotes y profetas, surge en Israel la figura del escriba y maestro o doctor de la Ley, siendo el primero y más destacado de ellos el escriba Esdras, de quien leemos: “Esdras se había dedicado por completo a estudiar la Ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus estatutos y ordenanzas a los israelitas” (Esdras 7:10), entre otras descripciones de este estilo que encontramos en la Biblia en relación con él. Tres son, pues, los aspectos que cubren la labor del escriba o doctor de la Ley, que supera la labor de enseñanza que les competía por igual a los sacerdotes en relación con la Ley, muy ceñidos como estaban a una interpretación literal y rígida de ella. Estos tres aspectos consisten en su estudio concienzudo, en su interpretación y conexión práctica con la vida cotidiana de todos los miembros del pueblo de Dios y en la enseñanza de la ley a todos los judíos de modo que la conocieran lo suficiente y de una manera satisfactoria, junto con sus implicaciones prácticas para sus vidas, para no depender todo el tiempo de los especialistas para su aplicación, como lo eran los sacerdotes y escribas o doctores de la ley. Los escribas son, entonces, los antecesores de los fariseos y rabinos posteriores y actuales ligados a las sinagogas, así como de los pastores y maestros cristianos
Estudiarla, practicarla y enseñarla
“El estudio de la Biblia por parte del creyente es imperativo y su propósito debe ser, además de entenderla, ponerla en práctica y enseñarla a otros”
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