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Peca contra su propio cuerpo

"La inmoralidad sexual tal vez no sea el pecado más grave de todos, pero sí es uno acerca de los que la Biblia nos amonesta con mayor insistencia”

Dentro de las cuatro prescripciones de la ley que el Concilio de Jerusalén consideró conveniente informar a los no judíos convertidos al cristianismo que se hallaba en pie, estaba la prohibición de la inmoralidad sexual. Esta prohibición nos remite al llamado “código de santidad”, nombre que reciben las estipulaciones de la ley mosaica contenidas en los capítulos 17 al 26 del libro de Levítico, y particularmente las bastante detalladas que se recogen en el capítulo 18 en cuanto a ciertas relaciones explícitas de carácter inmoral e incestuoso con arreglo a los vínculos o relaciones familiares de tipo consanguíneo o político: “»Nadie se acercará a ningún pariente cercano para tener relaciones sexuales con él o con ella. Yo soy el Señor…” (Levítico 18:6). Sin mencionar, por supuesto, las relaciones de tipo homosexual y el bestialismo allí también incluidas, consideradas no sólo inmorales y pecaminosas, sino abominaciones y perversiones depravadas, contrarias a la naturaleza. Ahora bien, es cierto que la fornicación o inmoralidad sexual en sus diversas formas no ha sido nunca considerada tampoco en la Biblia como el peor de los pecados, por lo que estigmatizar en la iglesia al adúltero o fornicario como el ejemplo más gráfico de lo que sería un pecador no deja de ser exagerado y, por lo mismo, injusto. Sin embargo, hechas estas necesarias matizaciones, la inmoralidad sexual es de todos modos un pecado serio, puesto que, a diferencia de otros pecados: “… el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo” (1 Corintios 6:18), algo que debemos tener en cuenta

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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