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Las transfusiones de sangre

"La prohibición de ingerir sangre contenida en la ley no se puede trasladar arbitrariamente a las transfusiones de sangre de la medicina moderna”

La razón por la cual en la Biblia no hay perdón de pecados sin derramamiento de sangre es que la vida está representada en la sangre, por eso: “»Cuando un israelita o algún extranjero que viva entre ustedes cace algún animal o ave que sea lícito comer, le extraerá la sangre y la cubrirá con tierra, pues la vida de toda criatura está en su sangre. Por eso les he dicho: No coman la sangre de ninguna criatura, porque la vida de toda criatura está en la sangre; cualquiera que la coma será eliminado” (Levítico 17:13-14). Y es debido a esto también que, además de los diez mandamientos, que constituyen la ley moral de universal aplicación, en el Nuevo Testamento este precepto relativo a la sangre sigue en pie en dos de las cuatro prescripciones que el Concilio de Jerusalén mantuvo vigentes para los paganos que se convertían al cristianismo: “»Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los no judíos que se convierten a Dios. Más bien debemos escribirles que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de la inmoralidad sexual, de la carne de animales estrangulados y de sangre” (Hechos 15:19-20), siendo éstas últimas, dos formas de reiterar lo mismo, pues los animales sacrificados mediante estrangulamiento conservaban la sangre en sus cuerpos. El consumo de sangre está, pues, prohibido para el cristiano, pero esto nada tiene que ver con las transfusiones de sangre como procedimiento médico para salvar vidas, como lo interpretan de manera equivocada e ignorante los Testigos de Jehová, siendo así las transfusiones algo lícito para los cristianos

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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