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Maldito el que desvíe a un ciego

“Hay acciones tan aborrecibles e indignantes que cuando alguien las comete las maldiciones de Dios sobre tal persona están de sobra justificadas”

Aprovecharse de los débiles para obtener algún tipo de beneficio en perjuicio de ellos es una acción particularmente vil, indignante y aborrecible que amerita el rechazo generalizado contra ella, como lo establece la ley al pronunciar maldición sobre cualquiera que comete este tipo de acción y requerir asimismo del pueblo la conformidad y confirmación personal de esta maldición, como lo leemos: “Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego’. Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’” (Deuteronomio 27:18). En la ley quedaron, pues, registradas a manera de ejemplo algunas acciones puntuales seleccionadas que eran especialmente pecaminosas y condenables y que no solo eran transgresiones claras de la ley, sino que son tan abiertamente censurables e indignantes a la luz de la conciencia moral de cualquier ser humano de manera evidente, que justificaban de sobra la maldición sobre ellas. Entre estas encontramos también la práctica de la idolatría, deshonrar a nuestros padres, alterar los límites de la propiedad, violar los derechos de los huérfanos, las viudas o los extranjeros y la inmoralidad sexual de tipo incestuoso o con animales, además de la corrupción y el asesinato. Por eso, si bien ya hemos señalado el hecho de que los creyentes no debemos temer las maldiciones sin motivo, puesto que: “Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino” (Proverbios 26:2); estas acciones concretas brindan motivos de sobra para quedar bajo maldición independiente de que alguien las pronuncie o no expresamente sobre el infractor

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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