El salmista denunciaba que: “El malvado hace alarde de su propia codicia; alaba al ambicioso y menosprecia al Señor” (Salmo 10:3), poniendo así de manifiesto un endurecimiento y una corrupción tal de su conciencia moral debido a su práctica recurrente y desafiante del pecado, que lo conduce a invertir el sistema de valores correcto que caracteriza el reino de Dios en la tierra y que da pie también a la advertencia puntual del profeta cuando declara: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). En efecto, el sistema de antivalores promovido por Satanás en el mundo en contravía con los valores del reino de Dios se caracteriza por esta inversión de términos a la que el apóstol también hace referencia cuando concluye su catálogo de pecados de Romanos 1 con estas palabras: “Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican” (Romanos 1:32). De hecho, el carácter condenatorio que en la Biblia y en la iglesia ha adquirido el vocablo “mundano” alude a quien suscribe de algún modo esta inversión de valores y vive de acuerdo con ella. Pero el apóstol Pablo es concluyente al respecto al declarar de manera inequívoca y sentenciosa que: “Su destino es la destrucción, su dios es el estómago y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Solo piensan en lo terrenal” (Filipenses 3:19)
Lo amargo por dulce y lo dulce por amargo
"La señal más extrema del extravío del malvado es que hace insensato alarde de las cosas que deberían avergonzarlo invirtiendo el sistema de valores”
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