Las ondulaciones afectan a la fe que no puede evitar pasar por momentos en que la confianza en Dios se ve amenazada por las circunstancias difíciles y en contra a tal punto que nos sentimos abandonados por Él con todo lo que esto representa para el ánimo del creyente. La Biblia contiene oraciones y apelaciones hechas a Dios desde esta sensación de desamparo y abandono, no sólo en el libro de Job, que es donde las encontramos de manera más frecuente, sino que también abundan en los salmos y aparecen de manera aleatoria en todos los demás libros del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento se encuentran ya muy ocasionalmente en los evangelios, en vista de la presencia de Cristo atendiendo personal y favorablemente las apelaciones dirigidas a Él por los personajes que en ellos aparecen y en el resto de él la perspectiva muy concreta de la bienaventuranza eterna revelada por Cristo a la iglesia a la luz de Su resurrección matiza drásticamente cualquier sensación de abandono por parte del creyente con la certeza de las seguridades eternas que sostienen al creyente y colocan en su justa proporción las inseguridades y zozobras temporales que puedan hacer presa de nosotros durante algunos periodos de nuestras vidas, como aquellos que caracterizaron al rey David. Pero es este rey quien ilustra el hecho de que el auténtico creyente al final siempre entra en razón para reiterar su fe: “Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. Cantaré salmos al Señor, porque ha sido bueno conmigo” (Salmo 13:5-6)
Las ondulaciones de la fe
"La fe no garantiza que no haya periodos recurrentes en que nos sintamos abandonados por Dios, pero si garantiza que al final entremos en razón”
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