Baal, nombre de uno de los más destacados ídolos de los pueblos que habitaban la tierra de Canaán llegó con el tiempo a ser un nombre genérico y colectivo para muchos de sus dioses, que se distinguían entre sí mediante el nombre que lo complementaba. Así, Baal-Zebub era diferente a Baal-Berit y ambos serían diferentes a Baal-Peor, pero tendrían en común muchas características que harían que referirse a los baales fuera una alusión a todas las formas de idolatría de los diferentes pueblos paganos de la región de Canaán en el Medio Oriente. Si bien en principio la palabra no significaba más que “poseedor” o “señor” ꟷa semejanza del término hebreo Adonai, nombre propio de Dios que se traduce también como “Señor”ꟷ, la oposición entre Adonai y los baales llevó a Dios a tomar la siguiente decisión: “Entonces me llamará ‘Marido mío’, en vez de llamarme ‘Baal mío’. Yo, Adonai, lo afirmo. Y quitaré de sus labios los nombres de los baales, y jamás volverán a mencionarse” (Oseas 2:16-17).Así, baal nunca llegó a ser una palabra neutra en el hebreo y con el tiempo se alteró en los nombres que la incluían, como Esbaal, hijo de Saúl, y Meribaal, nieto de Saúl e hijo de Jonatán: “Ner fue el padre de Quis, y este fue padre de Saúl, quien a su vez lo fue de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal” (1 Crónicas 8:33), que llegaron, entonces, a ser más conocidos como Isboset y Mefiboset, en donde “baal” (señor) y “boset” (vergüenza) se convierten en sufijos intercambiables para no tener que mencionar o referirse a un israelita con el vergonzoso nombre idolátrico de Baal
La vergüenza de la idolatría
“El nombre Baal estuvo tan asociado a la idolatría pagana que terminó siendo suprimido de los nombres propios de personajes puntuales en la Biblia”
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