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La suerte se echó dos veces

“La suerte no es cuestión de azar, sino el designio de un Dios bueno y justo, por lo que puede ser la mejor forma de evitar decisiones parcializadas”

Las decisiones por sorteo no pueden reemplazar a aquellas que deben llevarse a cabo mediante deliberación, considerando los mejores y más razonables y documentados argumentos en uno u otro sentido. Sin embargo, en ocasiones, a pesar de surtir este proceso de manera responsable, la balanza no se inclina con claridad en ninguno de los dos sentidos, de modo que en estas condiciones, una decisión tomada conscientemente a favor de alguna de las opciones disponibles, puede generar la sospecha de parcialidad y favoritismo por parte de quien ha sido pasado por alto, por lo que en estos casos lo mejor y lo más procedente es someter la decisión a la suerte, como lo hizo el rey David para determinar el orden y los turnos que les correspondían para el servicio a Dios en el templo a las diversas familias levíticas y sacerdotales, en proporción al número de sus miembros: “La distribución se hizo por sorteo, pues tanto los descendientes de Eleazar como los de Itamar tenían oficiales del santuario y oficiales de Dios… La suerte se echó dos veces por la familia de Eleazar y una vez por la familia de Itamar” (1 Crónicas 24:5-6). Además, en Israel las decisiones por sorteo ponían la responsabilidad al respecto en las manos de Dios, pero incluso en medios seculares en que se recurra a la suerte para la toma de decisiones cuando los méritos de las partes están muy a la par entre sí, dejar la decisión final en manos del azar puede ser lo más conveniente en la medida en que quita la responsabilidad final de las personas llamadas a tomar la decisión, evitando que sean señaladas de parcialidad

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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