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La melodía secreta

“Los beneficios de la música a la hora de adorar a Dios amerita instruir a los creyentes talentosos para que dirijan a la iglesia en este propósito”

La música es una de las más excelsas capacidades creativas que Dios ha otorgado al ser humano, pues a través de ella se alcanza la mayor cercanía e integración entre la belleza y la verdad. Es por eso que científicos como el astrofísico vietmanita Trinh Thuan en su obra La melodía secreta acuñó la ya muy conocida frase que dice: “Más allá del universo en expansión se percibe a alguien con un violín tocando una melodía secreta”. No es casual tampoco que hoy se hable en ciencia del “ajuste fino” del universo, expresión que evoca de nuevo a la música, cuyos instrumentos deben ser “afinados” de manera muy precisa para que no desentonen al ser interpretados de tal modo que, si no se hace así, el oído adiestrado puede percibir inmediatamente la más leve desafinación al respecto y señalarla. Por último, es bastante sugestivo que la “teoría de cuerdas” tampoco pueda evitar hacer referencia a la música sin proponérselo, al explicar las estructuras y las magnitudes en las que se enmarca cualquier fenómeno físico como causadas por la diferente vibración emitida por unas infinitamente pequeñas cuerdas que la física cuántica postula en el origen de la materia del universo. La música siempre ha sido y será, pues, una acertada manera de adorar a Dios: “Su padre los dirigía en el culto del Templo del Señor, cuando cantaban acompañados de címbalos, liras y arpas. Asaf, Jedutún y Hemán estaban bajo las órdenes del rey. Ellos eran en total doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus demás compañeros, y habían sido instruidos para cantarle al Señor” (1 Crónicas 25:6-7)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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