El llamado “principio de la siembra y la cosecha” descrito en Gálatas que afirma escuetamente que: “cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7) tiene un aspecto que no podemos pasar por alto que dice: “… ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’” (Juan 4:37). Y si bien ambas labores son mancomunadas al unir a las personas en un mismo propósito, de modo que: “… tanto el sembrador como el segador se alegran juntos” (Juan 4:36), lo cierto es que la siembra siempre será más ardua y hasta ingrata que la cosecha, como se deduce del hecho de que: “Los que con lágrimas siembran, con regocijo cosechan” (Salmo 126:5). Ahora bien, cuando lo vemos desde el punto de vista de los diferentes grupos humanos y culturas a lo largo de la historia y no propiamente de los individuos, esta labor tiene continuidad a través de las generaciones, por lo que el talante de los grandes dirigentes de las naciones tiene un perfil característico, ya sea como sembradores, como Moisés, o segadores, como Josué: “Los israelitas bajo el mando de Moisés, siervo del Señor, derrotaron a estos reyes. Y Moisés, siervo del Señor, repartió aquel territorio entre los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés. A continuación aparece la lista de los reyes que los israelitas derrotaron bajo el mando de Josué. Sus territorios se encontraban al lado occidental del río Jordán, y se extendían desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta el monte Jalac, que asciende hacia Seír. Josué entregó las tierras de estos reyes como propiedad a las tribus de Israel, según las divisiones tribales” (Josué 12:6-7)
La siembra y la cosecha
“La continuidad de la obra de Dios en el mundo no se agota en una sola generación, por lo que siempre habrá unos que siembran y otros que cosechan”
Deja tu comentario