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Segmentos

La ley del Señor es perfecta

"La utilidad práctica del conocimiento, comprensión y obediencia a la revelación de Dios en la Biblia abarca una gran riqueza de matices diversos”

Existen dos salmos con especialidad que hablan de forma puntual sobre las excelencias de la ley de Dios: el salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia, lo hace en versión extendida y detallada. Y el salmo 19 lo hace de manera sintética y condensada, describiéndola de este modo: “La Ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las ordenanzas del Señor son verdaderas: todas ellas son justas” (Salmo 19:7-9). Pero aun en versión condensada, los adjetivos utilizados para describir la ley de Dios y sus beneficios son abundantes y elogiosos, comenzando por la perfección que se le atribuye y su capacidad para reconfortar a quien acude a ella, seguida de su carácter confiable y su potencial para otorgar sabiduría incluso a los más sencillos. Continua con su rectitud y su poder para alegrar el corazón del creyente, así como para iluminar nuestra visión de la realidad y fomentar en nosotros un puro y permanente temor de Dios. Y termina con una alusión a su correspondencia con la verdad y a su promoción de la justicia. Como vemos, las características de la ley de Dios le confieren una gran riqueza de matices que hacen de ella algo deseable y que anticipan la declaración del Nuevo Testamento sobre la utilidad de las Escrituras: “… para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia” (2 Timoteo 3:16)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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