Debido a que las citas del Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento, ya sea por parte de los apóstoles en las epístolas y en el libro de los Hechos, o por parte de Cristo mismo en los evangelios, son tomadas, no directamente del texto hebreo del Antiguo Testamento sino de la Septuaginta, una traducción antigua de la Biblia al griego que era muy popular en la época; las citas no siempre coinciden a la letra con lo que leemos en el Antiguo Testamento, pues en una traducción siempre hay diferencias de forma en relación con el idioma original, aunque por lo general el sentido no varíe. Uno de los versículos citados en el evangelio por el Señor Jesucristo es el salmo 8:2 que dice literalmente en hebreo: “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo” (RV1960), pero que en las traducciones modernas como la NVI se lee de este modo: “Con la alabanza que brota de los labios de los pequeñitos y de los niños de pecho has construido una fortaleza, para silenciar al enemigo y al vengativo” (Salmo 8:2), que es más afín con el sentido que encontramos en la cita que el Señor Jesucristo hizo de él apelando a la Septuaginta: “ꟷ¿Oyes lo que esos están diciendo? ꟷprotestaron. ꟷClaro que sí ꟷrespondió Jesúsꟷ; ¿no han leído nunca: »‘En los labios de los pequeñitos y de los niños de pecho has puesto tu alabanza’?»” (Mateo 21:16), indicando así que la alabanza espontánea a Dios es de un modo indefinible una fuente de fortaleza para el creyente que prorrumpe en ella
La alabanza de los niños
"La alabanza espontánea y desinhibida que dirigimos a Dios nos fortalece y demuestra además que tenemos corazones de niños dóciles y sensibles a Él”
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