El rey Joaquín de Judá, también llamado Jeconías, es un rey intrascendente en el irreversible ocaso y declive del reino del Sur, antes de la destrucción de Jerusalén y el destierro de los sobrevivientes a Babilonia en cautiverio. La Biblia dice que fue un mal rey en el corto periodo de su reinado que fue de tan sólo 3 meses y diez días. Sin embargo, hay una circunstancia relacionada con él que cobra importancia desde el punto de vista de la confirmación de la veracidad del relato bíblico y es su condición de cautivo durante gran parte de su vida en Babilonia, al punto de que se le conoce como el rey cautivo: “Los descendientes de Jeconías, el cautivo: Salatiel, Malquirán, Pedaías, Senazar, Jecamías, Hosamá y Nedabías” (1 Crónicas 3:17-18). En efecto, luego de que los investigadores escépticos pusieron en tela de juicio la misma existencia del rey Nabudonosor, el arqueólogo alemán Robert Koldewey descubrió las ruinas de su fabuloso complejo arquitectónico en cuyas crónicas y archivos hallados en tablillas oficiales del imperio se pudo confirmar la precisión de la narración bíblica, incluidos detalles tales como la existencia del rey Joaquín o Jeconías y su condición de cautivo en Babilonia, tal como la Biblia lo informa, pues entre las listas de asignaciones entregadas por Nabucodonosor a los cautivos se incluye una asignación particular para “Yaukin, rey de Judá”, referencia inequívoca al rey Joaquín o Jeconías, siendo estos detalles algo así como las marcas de filigrana en un billete de papel moneda que demuestran que el billete es auténtico y lo distinguen de sus falsificaciones
Jeconías, el cautivo
“Aún personajes sin una especial trascendencia como Jeconías pueden adquirir importancia posterior para confirmar la veracidad del relato bíblico”
Deja tu comentario