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Segmentos

Han perdido el buen juicio

"La práctica recurrente e impune del pecado lleva al pecador a perder gradualmente el buen juicio y la misma capacidad de hacer el bien de algún modo”

Volviendo a la revelación que la Biblia hace en cuanto a la condición de esclavos del pecado que afecta a todos los seres humanos y en particular a los no creyentes que no se han acogido a la redención de Cristo, condición demostrada por el hecho señalado por Agustín de que el ser humano caído, possen peccare et non possen no peccare, expresión latina que significa que puede, ciertamente pecar, pero que en el mejor de los casos, aunque lo intente, no puede dejar de pecar, pues incluso sus mejores acciones están de un modo u otro viciadas por malas motivaciones y malas intenciones que las descalifican delante de Dios; también hay que señalar que la teología aclara que, a pesar del hecho de que todos venimos al mundo con una innata y siempre latente inclinación al pecado designada como “pecado original”, eso no significa que desde que nacemos somos esclavos del pecado, sino que nos volvemos esclavos de él mediante la práctica recurrente de él. En el caso de las personas más comparativamente malvadas, este proceso es más marcado y su deterioro moral mucho mayor que el del común de las personas “de bien” que se mueven dentro de los promedios o los estándares sociales y se justifican, precisamente, diciendo que “ellos no le hacen mal a nadie”, pues la esclavitud del pecado de los más abiertamente malvados es tal que se les describe como personas que han perdido el buen juicio y toda capacidad de hacer lo bueno, pues: “Sus palabras son malvadas y engañosas; ha perdido el buen juicio y la capacidad de hacer el bien” (Salmo 36:3)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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