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En el Señor hallo refugio

"Los creyentes no son imprudentes, temerarios ni provocadores, pero sin que eso implique que huyan atemorizados de sus responsabilidades en el mundo”

Ya hemos establecido que la valentía a la que Dios nos llama en las Escrituras no debe confundirse con la temeridad irreflexiva y desafiante de quien no rehúye batallas que ni siquiera vale la pena pelear y que la valentía auténtica implica, de hecho, en muchos casos emprender la huida bajo ciertas circunstancias concretas, sin que esto nos califique como cobardes, sino más bien como personas sensatas y sabiamente prudentes. Establecido, pues, lo anterior, debemos ahora decir que los escapismos de todo tipo sí son señales de cobardía por parte de quien acude a ellos. Escapismos que no son más que intentos infructuosos por rehuir o eludir nuestras responsabilidades en este mundo delante de Dios cuando éstas pueden llegar a tornarse demasiado pesadas y agobiantes por momentos, haciendo difícil sobrellevarlas en el curso de esos lapsos de la vida en que ésta puede llegar a sentirse más como una obligación que como una bendición. Dentro de estos escapismos se encuentran todas las adicciones a sustancias que alteran la conciencia y nos conducen a percepciones distorsionadas de la realidad, tales como el abuso del alcohol y el consumo de drogas narcóticas y alucinógenas, que pueden concluir en el escapismo más extremo y definitivo, como lo es el suicidio. El rey David sorteaba la tentación de recurrir a escapismos refugiándose en Dios para encontrar en Él la fortaleza para seguir asumiendo sus responsabilidades de la manera correcta, pues: “En el Señor hallo refugio. ¿Cómo se atreven a decirme: «Huye al monte como las aves»?” (Salmo 11:1)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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