Las condiciones actuales de nuestro mundo con sus desigualdades e injusticias, en el que los malvados e indiferentes a Dios y su justicia parecen tener éxito y prosperar sin obstáculos, mientras que un significativo número de personas piadosas, honestas e íntegras luchan con dificultad por su subsistencia y afrontan fracasos, frustraciones y aflicciones que dan la impresión de ser totalmente ajenas al primer grupo; pueden ser engañosas al hacernos perder de vista el cuadro completo de la realidad con todas sus variables que sólo Dios conoce y que a nosotros nos son, por lo pronto, desconocidas. Nuestra ignorancia al respecto puede imprimir sesgos y puntos ciegos a nuestra visión de las cosas que nos lleven, entonces, a conclusiones equivocadas como las que Asaf confiesa al declarar: “Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados” (Salmo 73:2), pasando luego a enumerar las razones por las cuales experimentaba esta envidia, fundamentada en la errada creencia en que: “Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de la gente; no les afectan los infortunios humanos… Así son los malvados; sin afanarse, aumentan sus riquezas” (Salmo 73:4-12), por contraste con sus incomprensibles circunstancias personales aflictivas, finalizando su reflexión de este lúcido modo: “Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí el fin que les espera” (Salmo 73:16-17)
En el santuario de Dios comprendí
"Las apariencias pueden hacernos perder de vista la perspectiva y el cuadro completo de la realidad que únicamente obtenemos en el santuario de Dios”
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