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El velo sobre el rostro

"El velo sobre el rostro de Moisés permanece colocado en la mente de quienes no se vuelven a Cristo para que les resplandezca la luz del evangelio”

La visión directa de la gloria de Dios que Moisés obtenía al entrar en Su presencia para hablar con Él, aunque atenuada por Dios para no poner en riesgo su vida, era lo suficientemente intensa para dar lugar a un resplandor sobrenatural a su rostro cuya visión generaba temor en el pueblo, por lo que: “En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor” (Éxodo 34:33-35). Pablo encuentra en este hecho una aplicación espiritual en relación con los judíos incrédulos, pues en lo que tiene que ver con ellos, este velo significa que: “… la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque solo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado” (2 Corintios 3:14-16). Es esta resistencia a volverse al Señor la que mantiene a quienes lo rechazan en el mismo estado de ceguera de los judíos profetizado por Isaías, citado así por Pablo: “… Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos y se les han cerrado los ojos…” (Hechos 28:26-27)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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